El arte de ser tu mismo



Foto: Jersy Gorecki/ Pixbay


Las confusiones con respecto a tu  identidad pueden ser caldo de cultivo para traer enfermedades y alejarte de la verdadera felicidad, manteniéndote preso en un mundo de ilusiones y máscaras que solo sirve para complacer a los otros.

Aquellos que hemos profundizado en la sanación de las enfermedades desde la desprogramación emocional, que es de lo que se trata la biodescodificación, encontramos variantes conflictuales que se repiten y que hacen la función de candados en la resolución del problema, uno de estos candados es el conflicto de identidad. Nuestra identidad es un aglomerado de historias y aún así somos, en esencia, más que la sumatoria de todas nuestras historias.

Muy frecuentemente relacionamos la identidad con patrones de comportamientos que hemos ido adoptando   lo largo de nuestra vida, comenzando desde nuestra infancia, para complacer a nuestros padres, luego en la adultez para complacer a nuestras parejas, para agradarle al jefe, para ser aceptados socialmente, religiosamente, profesionalmente, etc. Ocurre que nos identificamos con estos roles y creemos que somos esos roles por ejemplo, un cargo o posición que ocupa una persona X en un trabajo que ha realizado durante años y con el cual también se siente 100% identificado, esa persona adopta ese rol como parte de su identidad o como su identidad misma, bien sea el gerente, el jefe de mantenimiento, la secretaria del director, esa persona se convierte en su cargo y de manera inconsciente, se sale de su centro, de su identidad para entregarse a su rol y asumirlo como su identidad.

Ahora bien, esto roles a tiempo completo no están vinculados únicamente con el aspecto laboral, estos conflictos de identidad son muy frecuentes también dentro del sistema familiar, es el típico caso de la mujer que se siente “la esposa de” y este título se convierte en su más profunda obsesión, ella se aleja de si misma y solo piensa y actúa en función de ser una “buena” esposa, de atender al marido y de existir para él. Esto aplica del mismo modo para las mujeres que se convierten en madres “toxicas”, lo que significa que viven para sus hijos y se comportan de manera asfixiante y en exceso sobreprotectoras. Esta madre, abandona su centro y su identidad para apoderarse del rol de madre de una manera casi invasiva.

El resultado de estos comportamientos es una desconexión con el verdadero Ser que puede traer como consecuencia numerosas enfermedades y una visión distorsionada de la realidad, pues la persona existe en función de los otros o de determinados roles y cuando estos roles dejan de estar, porque la vida está llena de ciclos, donde todo tiene un principio y un final, entonces, cuando el final de este rol llega, merma la energía vital de esa persona y su razón de existir pierde sentido.

Cuando se pierde eso con lo que estás 100% identificado, se suele perder también la motivación para vivir y esto ocurre de manera inconsciente. En la biodescodificación, cuando atiendo casos de personas con cáncer y otras enfermedades que afectan gravemente el sistema inmunológico, siempre trabajo el conflicto de identidad, inclusive, se podría decir que, en los casos de cáncer, los problemas de identidad son considerados un pre-conflicto, es decir, que al no tener la claridad necesaria acerca de quién eres, y más bien creer que algunos de tus roles definen tu identidad, puede hacerte más vulnerable a padecer de enfermedades como el cáncer, la esclerosis múltiple, el VIH y otras que ponen en grave peligro la vida.

Foto: Geralt / Pixbay


¿Cómo detectar si tengo un conflicto de identidad?

Es muy sencillo. Si al preguntarte ¿quién eres? Tu respuesta te identifica con algo exterior a ti mismo (un espacio, un trabajo, una persona, etc), entonces, estás frente a un desplazamiento del centro de tu identidad que está direccionando la razón de tu existencia fuera de tu Ser, fuera del Yo Soy. 

Cuando esto ocurre, la persona siente que al no poseer eso con lo que se identifica, su vida pierde sentido, entonces ¿para qué vivir si ya no tengo mi trabajo, o si ya no tengo a mi hijo, o a mi pareja, etc? Tras esta resolución emocional, la biología genera una respuesta adaptativa para sustituir eso que ya no está, es así como puede producirse, por ejemplo, un tumor en una zona determinada del cuerpo vinculada con el conflicto emocional en cuestión. Este tumor surge como una previsión para el futuro, hace que se produzcan más células y prepara la zona afectada para estar más fuerte o para rellenar esa vacío que dejó la pérdida de ese rol que inconscientemente se creía que sería eterno.

Recordemos que las enfermedades tienen un sentido biológico de adaptación y supervivencia. Por lo tanto, es muy importante tomar consciencia de con qué estamos identificamos, sobre qué o quienes estamos estructurados; el trabajo, los niños, el tabaco, el alcohol, los otros, y preguntarnos sin qué o quién yo no podría vivir, o no tendría sentido vivir.

 Para fortalecer nuestra identidad es necesario tomar consciencia de que somos una chispa de la divinidad, solo que muchas veces estamos dormidos ante nuestra verdadera naturaleza, ante nuestra esencia. Cuando hablamos de esencia, no nos referimos a la personalidad, ni al comportamiento, tampoco a ese constructo de roles que solemos confundir con el “Yo”. Cuando hablamos de esencia nos referimos a esa fuerza divina que impulsa nuestra existencia, que nos permite reconocernos como creadores de nuestro destino y le da sentido a todo lo que somos, a nuestro propósito de vida, a nuestro Ser. La identidad tiene que ver con el “yo Soy” y no con el “yo tengo” o con mis logros profesionales o intelectuales del todo.

Pero, en qué momento nos desconectamos de nuestra identidad. Nuestra identidad se desplaza inconscientemente hacia la complacencia de nuestros padres en nuestra primera infancia, en ese momento, somos el proyecto de nuestros padres, lo que el psicólogo clínico, Marc Frechet llamó “el proyecto sentido”; según el cual, somos el resultado de ese deseo inconsciente de nuestros padres al gestarnos, llevamos la impronta de sus emociones, de sus miedos, de sus frustraciones, de sus necesidades no satisfechas, somos sus títeres, sus esclavos. Marc Frechet, gracias a su experiencia personal y a la cantidad de casos que atendió pudo elaborar toda una interesante teoría basada en los ciclos biológicos memorizados y en el proyecto sentido para explicar nuestra tendencia inconsciente a comportarnos de una manera o de otra, por lo que es muy importante hacer consciente el motivo inconsciente por el cual hemos sido concebidos ya que este, nos imprime un sentido más orientado a complacer a nuestros progenitores al punto de llegar a confundir nuestra identidad con la de ellos. Se hace, por lo tanto necesaria, la rebelión ante ese proyecto sentido de los padres para poder cristalizar nuestra propia identidad.

Sin embargo, mientras somos niños, estamos indefensos y dependemos 100% de nuestros progenitores, durante esta etapa hacemos todo para complacerlos, para que nos den de comer, nos proporcionen amor, cariño, protección y para que no nos abandonen. En esa etapa de la vida, aun no hemos descubierto nuestra propia identidad y prácticamente no recordamos de dónde venimos, ni cuál es el propósito de nuestra existencia. Durante la adolescencia, se presenta una etapa de rebeldía dentro de la cual es importante aflorar nuestros propios deseos, nuestros gustos, nuestros sueños y se hace vital probarnos a nosotros mismos que podemos volar con nuestras propias alas, por eso ocurren tantos enfrentamientos con los padres durante esa etapa de la vida.


Foto: Gerd Altmann / Pixbay


Luego nos hacemos autónomos, el hijo(a) se marcha de casa, comienza un renacer de su identidad y cada quien toma su lugar. No obstante, cuando este proceso de autonomía se realiza con miedo o culpa, o no se ejecuta del todo, probablemente sea porque aún prevalece en el inconsciente del hijo(a), el proyecto sentido de los padres y es posible que la persona esté presentando un conflicto de identidad que precisa atender. Por eso es muy importante tomar consciencia del valor que sentimos por nuestra existencia, el sentirnos suficiente y capaces de reconocer nuestra habilidad para ser prósperos, autónomos y merecedores del amor y la libertad, saber de que no necesitamos probarle nada a nadie, ni de convertirnos en seres indispensables para otros, pues al creer que estamos para el otro, que hacemos cosas porque el otro  me necesita, en realidad, lo que manifestamos es nuestra propia necesidad de atención, de valorización, que de manera tóxica, la expresamos bajo el autoengaño del ser eficientes, complacientes, buenos trabajadores, buenas esposas o esposos, buena madre, etc. 

Cuando estos roles toman más importancia que la consciencia del Ser, es imposible estar en coherencia con tu existencia, por lo que no habrá un disfrute genuino de la vida, sino una sumatoria de inconformidades que te alejarán de la verdadera felicidad. El arte de ser tu mismo es el reto de la nueva era, es aprender a entrar en tu interior, recuperar tu centro y desde allí, inyectarle tu esencia y todo tu poder a lo que haces sin perder la consciencia de quien eres y sabiendo que ni tus roles, ni tus comportamientos te definen.

Foto: Pasaj1000 / Pixbay

Una efectiva metáfora para ilustrar una identidad sana es la visualización de una Margarita, donde cada uno de sus pétalos representa uno de nuestros roles, sin embargo, en el centro amarillo de la flor está su gran esencia desde donde emana su amor, su energía y su belleza hacia todos sus pétalos. La Margarita, aún podría perder uno de sus pétalos y sin embargo, no perdería su esencia y su belleza. Te invito a que, a partir de ahora y en adelante, sientas esa luz y esencia divina de la Margarita que hay en ti, mientras observas sin apego cada uno de tus roles en torno a tu identidad, consciente de que ellos se alimentan de ti y existen porque tu los has creado, pero que tú eres el gran epicentro, el creador o creadora, la llama que inspira la vida y eso es mucho más que la suma de las partes, esa es la conexión misma con la divinidad, el verdadero “Yo Soy”.


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Patricia Carlés es Psicobioterapeuta de Biodescodificación, coach holistico, escritora y conferencista. Puedes contactarla para consultas online y/o presenciales por el +1-786-991-6497

www.patriciacarles.com

 


 

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