EN ESTA NAVIDAD SOLO QUIERO ESTAR...

Hoy durante la cena, mi hija me preguntó si haríamos nuestra acostumbrada fiesta para celebrar el Espíritu de la Navidad que hacemos en grande cada 21 de diciembre mi esposo y yo desde hace unos díez años, mas o menos, y digo más o menos, porque lo hacemos desde que somos pareja, pero en realidad, no sé cuántos años tenemos juntos, supongo que esa debe ser la cifra aproximada.

Lo cierto es que, ante la pregunta inquisitiva de mi hija,  mi esposo y yo nos miramos la cara y dijimos - ¿eso es este domingo?, pues definitivamente no habrá fiesta del Espíritu de la Navidad, o mejor dicho, este año será íntima. O mejor dicho, solo nosotros!. Es decir, tal vez 15 personas, bueno, de pronto se aparecen unas 20…frente a tal confusión, mi hija protestó - justo este año que quiero que tengamos una gran fiesta, ustedes deciden no hacer fiesta, no es justo - arremetiendo con su discurso, intentando convencernos.

En fin, y es que en esta Navidad solo quiero estar. No deseo decorar nada, comprar nada, cocinar nada. De pronto, siento que mi cuerpo me pide a gritos descanso y mi alma reposo, silencio, amor y paz. Y cuando pienso en todas esas emociones, no puedo evitar trasladarme al Amazonas y recordar aquellas vacaciones en compañía de mi amiga Jenny. En ese paseo a un pueblo afortunado, escondido en el medio de la selva llamado San Juan de Manapiare donde conocimos a una pareja encantadora que nos mostró la magia del Amazonas en quince días, ojalá hubieran sido más. El, José, un joven español que había visitado el Amazonas por vacaciones y luego de tres meses prolongando su regreso a España, decidió quedarse a vivir en esa tierra de Dios. Ella, Yesenia; una india Piaroa que logró cautivar con su sencillez y su sabiduría indígena aquel rubio español de pantalones bien puestos. José y Yesenia se casaron en San Juan de Manapiare, y visto que la familia de aquel español quería conocer al nuevo miembro de la familia, se fueron de luna de miel para Francia y el resto de Europa, incluyendo, por su puesto, el paso por España.

Como ven, el paréntesis para presentar a esta parejita es largo, pero es que no todos los días un hombre de la ¨civilización europea¨ se casa con una indígena autóctona, tan autóctona, que llegó al aeropuerto de Francia con su traje típico Piaroa, sus flechas, sus cerbatanas y toda su indumentaria de casería, lo que logró llamar la atención de todos y muy pronto estaban siendo entrevistados en los principales canales de televisión de Europa mientras hacían el recorrido de su luna de miel. Sin duda, una parejita afortunada y valiente. Por suerte, luego regresaron a su jungla, y hasta donde sé, nunca más salieron de allí, salvo para recorrer los hermosos paisajes del río negro.

Les comentaba que en esta Navidad solo quiero estar, y en realidad, nada define mejor para mi la palabra estar, que estando allí en ese pueblo de Dios, leyendo un libro sobre el confortable va y ven de una hamaca colgada en aquella churuata cerca del río, desde donde divisaba un hermoso Tepuy sobre el cual danzaban las nubes durante todo el día, mientras el sol lo hacía brillar de mil colores, y la brisa, dulce y apacible, acariciaba mi rostro sin prisa ninguna, allí, estaba sin agenda, sin más ocupación que la de Estar.

Recuerdo entonces, que a unos cuantos metros de nuestra churuata, había otra churuata un poco más lujosa, es decir que, a diferencia de la nuestra, contaba con mosquitero y electricidad. Allí vivía una mujer soltera que también había decidido quedarse en el monte luego de unas vacaciones de turismo de aventura, su churuata despertaba mi envidia, pues tenía un reproductor donde siempre colocaba música clásica y además se había mandado a traer sus pertenencias más valiosas de España, sus libros. Aquella mujer tenía metros de libros apilados en torres sin ningún orden aparente, y aquel escenario en el medio de la selva, sin duda, llamaba mi atención, aunque debo confesar que en aquel momento, pensaba que la tipa estaba un poco tostada de la cabeza, pues por las tardes la escuchábamos recitar solitaria y hasta cantar ópera. Pero ello no detenía mi curiosidad y cada vez que podía, me acercaba a visitarla y aprovechaba para darle un vistazo a sus empolvados textos. Hoy en día sé que no estaba nada tostada y me pregunto, qué habrá sido de su vida.

Ya falta poco para Navidad, y las luces para decorar el exterior de mi casa siguen tendidas en el piso, esperando por mi, también el nacimiento, los cojines rojos, los pañitos de cocina de navidad, las hallacas, y lo más ensordecedor de todo: las compras en el Mall. Mientras tanto, sostengo una taza de rico Te en mis manos, y sorbito a sorbito, me sigo diciendo a mi misma: en esta Navidad solo quiero Estar. Estar como cuando estás en el Amazonas, estar como cuando estás soñando, estar como cuando estás meditando, estar como cuando estás leyendo poesía, estar como cuando no estás…

Feliz Navidad




Comentarios

Entradas populares